Te lo desmonto con tres argumentos:
1.Elegir no exponernos a las críticas o a la violencia verbal por no ir depiladas no es escoger con libertad.
2.El canon de belleza afecta a nuestras decisiones y deshacerse de él no es tan fácil como parece.
3.¿Has escuchado alguna vez que el vello no es higiénico? Son fake news usadas una y otra vez para influir en las mujeres.
Esta frase es todo un clásico y una enorme trampa. Si fuera un dibujo animado, sería un cepo, una de esas trampas en las que el coyote cae una y otra vez. El coyote, se entiende, somos nosotras.
Una de las primeras cuestiones que ocurre siempre que intentamos desmontar esta frase es que sale el iluminado de turno acusando al feminismo de coartar la libertad de las mujeres. “¡El feminismo dice a las mujeres cómo comportarse y cómo no! ¡Al feminismo solo le gusta un tipo de mujer!
Antes de etiquetar a todo un movimiento social como un villano en contra de la libertad de elección, preguntémonos si esa libertad existe. ¿Nos depilamos porque queremos? La verdad es que solo podemos estar seguras si somos plenamente conscientes de las ramificaciones que tiene esta acción y si ninguna de sus consecuencias posibles está influyendo en nuestra decisión. Es decir, si podemos afirmar que somos inmunes a las miradas críticas, a los comentarios acusadores, a los juicios de la gente, a lo que pueda comentar esa persona con la que tenemos una cita esta noche o a la imagen canónica de la belleza que vemos repetirse una y otra vez en la tela, las revistas o las redes.
La paradoja de la libre elección está mejor representada en ese meme que corree últimamente por las redes y que representa a una vaca mirando dos caminos paralelos que llevan a un único lugar. Puedes creer que estás eligiendo voluntariamente uno u otro, pero los dos te van a dejar en el mismo sitio. ¿No es demasiada casualidad que la mitad de la humanidad “quiera” lo mismo? Cuando todas actuamos igual, hemos de plantearnos de dónde nacen esos comportamientos.
En este caso, resulta muy útil invertir la pregunta. No se trata de qué obtenemos al depilarnos, sino de qué ocurre si no lo hacemos. Así podremos ver que la trampa es que nunca elegimos depilarnos o no, sino depilarnos y que la sociedad no tenga nada que opinar sobre nuestro vello, o no hacerlo y recibir comentarios, miradas y críticas.
Por más que el vello corporal sea algo natural, muchas personas todavía lo reciben como una extravagancia y algunas sienten que tienen el derecho de señalar, reírse o comentarlo. Estas situaciones, repetidas cada vez que sales de casa, son una carga de violencia tácita o verbal agotadora. Elegir no tiene que lidiar con ellas no es escoger con independencia porque donde hay opresión jamás habrá libertad pura de elección.
No me lo digas: pero es que a ti, además, te encanta verte depilada. La piel suave, brillante, sin rastro de vello. Aunque no fueras a salir de casa en un año, lo seguirías haciendo. Siento decirte que aquí tampoco podemos asegurar que actuamos solo teniendo en cuenta nuestros propios criterios. Y es totalmente normal porque nos han enseñado a odiar nuestros pelos.
Y esto lo pienso muchísimo: ¿cómo puede ser que no conozcamos nuestro propio cuerpo? Cuando decidí dejar de depilarme flipé porque me di cuenta de que nunca había visto mis pelos. Al observar que los pelos de una axila me salían totalmente diferentes que los de la otra (unos más para arriba, otros más para abajo), fui consciente de que no tenía ni idea de cómo era mi propio cuerpo.
A pesar de que la sociedad está avanzando, hemos crecido absorbiendo un canon de belleza que asume claramente que las mujeres no deben tener vello corporal y sacarse esa imagen de la cabeza es complicadísimo porque apenas tenemos referentes de mujeres que la contradigan. Quizá te venga a la mente es alfombra roja de Amaia en la que se presentó sin depilar, pero siento decirte que si fue noticia es porque todavía se considera una excepción.
Por supuesto, esto no va de repartir carnets de feminista a la que menos se depile, sino de impulsar una conversación crítica sobre los mandatos a los que estamos expuestas y luchar para que nuestras decisiones se tomen en libertad. No eres más o menos feminista por depilarte, suficiente tenemos con lo nuestro para que encima sintamos más presión o culpa.
El feminismo pone encima de la mesa que un cuerpo depilado no es un cuerpo más higiénico y que, de hecho, algunos métodos pueden ser dañinos para la piel. El vello protege las áreas más sensibles, especialmente en la zona pública, y una depilación muy frecuente o agresiva puede causar irritación e incluso infecciones. Qué curioso que la fiebre del skin care no haya llegado hasta aquí. Si vamos a meter la salud en este debate, hagámoslo con datos reales y no sobre el falso supuesto de que el pelo es algo sucio. Porque parece que solo es “sucio” para nosotras, mientras que ellos tienen pelos por literalmente todo el cuerpo y nadie cuestiona su higiene. La información es el primer paso y si el último es darnos cuenta de que realmente nos gustamos más sin vello, ¡bienvenido sea!
NUESTRA RESPUESTA: LA CLAVE ES ANALIZAR PORQUÉ QUEREMOS DEPILARNOS.
(Júlia Salander. Fuego al machismo moderno. Penguin Random House Grupo Editorial. Barcelona 2025)